#Pioneras: Charlotte Cooper, primera campeona olímpica de la historia

El papel de la mujer en el deporte es cada vez más notable y esto es gracias al duro trabajo de las pioneras. Estas mujeres no se rindieron a la hora de luchar por sus sueños, de buscar hacerse un hueco en un mundo que solo estaba reservado para los hombres. A lo largo de este tiempo, os hemos presentado a mujeres que jugaron un importante papel en el mundo del tenis, de las carreras e incluso del fútbol. Hoy queremos presentaros un nombre que nunca debe ser olvidado. Este es el nombre de Chattie Cooper.

Charlote “Chattie” Reinagle Cooper (Ealing, Middlesex, 22 de septiembre de 1870 - Helensburgh, Escocia, 10 de octubre de 1966) fue una tenista británica de gran talento. Tanto que esta logró convertirse en la primera mujer campeona olímpica de la historia. No solo eso, sino que su carrera estuvo plagada de grandes logros. Todos conseguidos con esfuerzo y dedicación, sin rendirse jamás en su avance.

Su historia comienza con el matrimonio formado por Henry Cooper y Teresa Miller. Sus padres comprobaron que, desde muy pequeña, su hija estaba muy interesada en los deportes. Tanto, que compitió por primera vez en 1893, donde obtuvo su primer título absoluto con el Club de Ilkley. Sin embargo, su avance no hizo más que aumentar en el instante en el que se hizo miembro del club de tenis de su localidad natal, el Ealing Lawn Tennis Club, donde no solo aprendió a jugar desde muy joven, sino que ganó su primer título individual en Wimbledon en el año 1895. 

Una deportista capaz de aprender de sus puntos débiles

Pese al dulce sabor de la victoria, en el año 1896 la tenista perdió por completo la audición debido a una infección. Esto no provocó que dejase de seguir jugando en la pista, sino que optó por usarlo a su favor, desarrollando así su habilidad al concentrarse mejor en el juego. Un avance que muchos aplauden ya que ella supo que, pese a los obstáculos, quería seguir jugando. Y gracias a este esfuerzo logró hacerse con el título de Wimbledon del año 1896, sumando su tercer título en 1898.

Fue en el año 1900 cuando participó en los Juegos Olímpicos de París, primeros en los que se admitía la participación femenina. Fue aquí donde consiguió pasar a la historia al convertirse en la primera mujer ganadora de un título olímpico, honor del que obtuvo su medalla en el año 1904 en los Juegos Olímpicos de San Luis. De hecho, no solo obtuvo su título individual tras competir con Hélène Prévost, sino que consiguió otra victoria en dobles mixtos junto a su compañero Reginald Doherty.

El año 1901 marcó un momento importante en su vida, momento en el que contrajo matrimonio con su marido Alfred Sterry así como ganó el título en Wimbledon por cuarta vez, tomándose así un paréntesis del deporte. Su regreso a la pista se produjo en el año 1908 con la edad de treinta y siete años, momento en el que ganó su último título de Wimbledon, haciéndose con un récord que todavía sigue vigente.

En 1912, la tenista seguía siendo una de las mejores y logró jugar la final de Wimbledon con cuarenta y un años. Esto provoca que en toda su carrera, la cual comenzó en el año 1893 y acabó en el año 1917, la tenista participase en veintiuna ediciones de Wimbledon, en las que jugó un total de 11 finales. 

Su historia no estuvo plagada siempre de victorias, pero sí de esfuerzos y amor al tenis. Esto hizo que compitiese hasta los cincuenta años, donde incluso llegó a participar en distintos campeonatos. Pero su amor por el tenis se mantuvo durante generaciones ya que su marido llegó a ser presidente de la Lawn Tennis Asociation, su hija Gwen jugó en el equipo de la Wightman Cup de Reino Unido así como compitió en ocho ocasiones en Wimbledon mientras que su hijo Rex fue vicepresidente del All England Club.