28/06/2023

#Pioneras: Gertrude Ederle, primera mujer en cruzar a nado el Canal de la Mancha

Logró hacer historia al conseguir batir las marcas de tiempo de los hombres que habían logrado cruzar a nado el Canal de la Mancha hasta ese momento.
#Pioneras: Gertrude Ederle, primera mujer en cruzar a nado el Canal de la Mancha

La historia está repleta de grandes mujeres que marcaron un antes y un después con intención de romper con los límites impuestos. Hay deportistas que decidieron luchar por sus derechos en un momento en el que parecían tener todos los límites para poder cumplir sus sueños o cuando se oponían a la idea de que pudiesen participar en un mundo que parecía reservado para los hombres. Una de esas mujeres que decidió romper todas las barreras fue Gertrude Ederle.

Gertrude Ederle (Estados Unidos, 23 de octubre de 1905 - Nueva Jersey, 30 de noviembre de 2003) fue una nadadora estadounidense especializada en pruebas de estilo libre. Sin embargo, no solo es recordada por haber sido campeona olímpica en el año 1924, sino por lograr un hito histórico al ser la primera mujer en cruzar a nado el Canal de la Mancha y, además, superar la marca obtenida por los hombres que hasta entonces habían logrado superar la prueba.

La historia de Gertrude está definida, sobre todo, por la superación. Se trata de una mujer neoyorquina de ascendencia alemana y la cual fue apodada como la reina de las olas. Sin embargo, debes saber que su historia está plagada de luchas, de esa necesidad de demostrar que podía con todo y que no habría un bache en su camino que la detuviese.

Superando los límites de un accidente de natación

En su niñez, la joven Gertrude superó un sarampión que la debilitó hasta pensar que no podría superarlo. Sin embargo, su fuerza y voluntad acabó por provocar que siguiese adelante. Otro obstáculo en la vida se presentó cuando sufrió un accidente en el lago antes de aprender a nadar, algo que la impulsó a forjar su carácter e instinto de superación. De hecho, con el paso de los años incluso llegó a recibir una recomendación por parte del médico para que dejase la natación.

Pese a todo, ella tenía claro a qué quería dedicarse. Fue aquí cuando siguió entrenando hasta perfeccionar un estilo que la caracterizaba al moverse con comodidad por el agua, como si fuese parte de ella. Desde que aprendió a nadar en las piscinas municipales de su barrio, esta no hizo más que ir batiendo récords en las distintas competiciones en las que participaba.

De este modo, cuando apenas tenía 12 años, logró ganar a mujeres mayores que ella en una competición junior. A sus 15 años batió sus primeros récords, hasta lograr mantener durante cinco años un total de 29 marcas nacionales y mundiales. Y fue en el año 1924 cuando llegó a competir en las Olimpiadas de París, donde obtuvo su primera medalla de oro, además de dos de bronce en competición individual.

En agosto de 1926 aceptó un nuevo reto. Aquí se lanzó al mar desde el cabo de Gris Nez en Francia, momento en el que se convirtió en la primera mujer en cruzar a nado el Canal de la Mancha. De hecho, fue todo un logro teniendo en cuenta que había bandera roja debido a las fuertes corrientes y lluvia, lo que la alejó del recorrido establecido 33 kilómetros. Se vio forzada a nadar 23 kilómetros más para poder alcanzar la costa inglesa, aunque demostró que ni siquiera el mal tiempo podría con ella.

Con menos de 20 años, recorrió la distancia que separa Francia de Inglaterra en 14 horas y 31 minutos a crawl, superando la marca de los cinco hombres que habían conseguido cruzar a nado el Canal de la Mancha. Y si bien en el año 1961 otra mujer le logró arrebatar el récord por el tiempo, también se destaca el hecho de que esta recorrió una distancia menor. Por ello, se indica que el hito de Gertrude la convirtió en el personaje más célebre del deporte norteamericano en aquella época.

Sus hazañas deben ser recordadas, sobre todo porque es una historia de superación constante. Lamentablemente, en el año 1933 se vio obligada a retirarse debido a la sordera que arrastraba a causa del sarampión de su niñez así como una trágica caída. Sin embargo, en el año 1939 aceptó nadar en la Feria Mundial de Nueva York el largo de la piscina, siendo aplaudida por todo el púbilico. Y de hecho, su fortaleza y pasión por este deporte la llevó a comenzar a enseñar a nadar a los niños y niñas sordos de una escuela de sordos de Nueva York. Una propuesta que, sin duda, demostró que a pesar de todos los obstáculos, ella quería seguir luchando.

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