#Pioneras: Irene González, primera futbolista del mundo
En la actualidad, la lucha por la igualdad de los derechos en el deporte es algo que está muy presente; sin embargo, esta batalla lleva librándose mucho tiempo. En España, si queremos echar un vistazo a los orígenes de esta lucha, contamos con una mujer que optó por no escuchar las opiniones y luchar por cumplir su sueño jugando al deporte que más le gustaba. Ella era Irene González Basanta (La Coruña, 26 de marzo de 1909 - La Coruña, 9 de abril de 1928), considerada la primera jugadora gallega y española de fútbol.
No son muchos los datos que hay sobre su vida e incluso son pocos los que a día de hoy conocen su nombre. Sin embargo, su paso por el mundo deportivo fue muy importante para esta lucha. Después de todo, ella no estuvo dispuesta a quedarse sentada sin jugar porque, en aquel momento, el fútbol fuese considerado un deporte únicamente para hombres. Ella sabía que deseaba jugar y no le importaron las opiniones, ni siquiera la de su propio padre.
Si bien no se conocen por completo sus inicios en este deporte, sí se sabe que al principio de su carrera estaba presente en distintos equipos infantiles, como el Orillamar y el Racing-Athletic, donde jugaba de delantero centro.
Irene, fundadora de su propio equipo de fútbol
Apenas unos años más tarde de convertirse en todo un referente en su equipo, Irene sorprendió nuevamente al mundo al fundar su propio club de fútbol, Irene C.F. A este no solo le entregó su nombre, sino que incluso tomó el papel de capitana. Y si todo esto ya de por sí resulta llamativo y espectacular, la futbolista dejaba sin palabras al mundo al optar por jugar como portera. Si ya por aquella década resultaba extraño y sorprendente ver a una mujer jugando al fútbol, más lo era que tomase el papel de portera en un equipo formado por hombres.
Si bien a día de hoy no quedan personas que la recuerden, los escritos que hacen referencia a su historia indican que no era fácil golear cuando Irene estaba en portería. De hecho, la definen como una mujer alta, de complexión fuerte y con muy buena presencia bajo los palos. No había duda en su actuación para atrapar balones y siempre se mostraba decidida a la hora de guiar a sus compañeros gritando y aportando instrucciones.
Por supuesto, no estaba sola en su puesto, sino que situaba al fondo de su portería un muñeco futbolista para que le diese suerte. Una costumbre que también tenía el mítico futbolista Zamora. Pero no solo Zamora fue una inspiración para ella, sino que Irene fue una inspiración para Rodrigo Vizoso, quien fue portero del Deportivo de la Coruña y a quien esta joven futbolista guiaba desde detrás de su portería corrigiendo su posición.
Una carrera que finalizó antes de lo que debía
Lamentablemente, pese a que la carrera de Irene era prometedora, no hay muchos recuerdos de ella más que una fotografía que fue tomada en el año 1925 en la que se le puede ver con un jersey blanco, pantalón negro bombacho, medias y zapatos para jugar. Sin embargo, fue en el año 1927 cuando al enfermar de tuberculosis tuvo que colgar sus botas.
Con los pocos recursos que tenía, trató de pagar sus medicamentos, alimentación y alquiler. Los periódicos se hicieron eco de su estado y los apuros que pasaba, lo que despertó la solidaridad de la gente. Cada partido disputado en Ferrol, La Coruña e incluso Betanzos servía para realizar colectas e incluso que se celebrasen partidos benéficos cuya recaudación se entregaba directamente a la jugadora.
Pese a una recuperación inicial, meses más tarde fallecía en su domicilio debido a las secuelas que le dejó la tuberculosis. Sin embargo, su constante lucha, su calidad de juego y, sobre todo, su oposición a rendirse y dedicarse a lo que realmente le gustaba, la convierten en una deportista que, sin duda, merece ser recordada.
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