10/11/2022

¿Por qué el bonito de Burela es de tanta calidad?

El bonito de Burela cuenta con una gran fama a nivel mundial pero, ¿sabes por qué es de tan buena calidad?
¿Por qué el bonito de Burela es de tanta calidad?

Son muchas las razones que nos pueden llevar a querer conocer Burela. Algunas de las razones que nos pueden llevar a querer conocer esta es precisamente su tradición y cultura, las cuales podemos descubrir en sus múltiples rutas, siendo uno de los mejores ejemplos la ruta circular de Burela, la cual nos permite dar una vuelta por algunos de los puntos más importantes de la zona. Sin embargo, cuando hablamos de Burela hay algo que no podemos olvidar y es su gastronomía, en la cual lidera el bonito del norte.

No podemos pasar por alto el hecho de que el puerto de Burela es uno de los más importantes del Cantábrico. Sus instalaciones destacan por la calidad del material que recoge, siendo uno de sus productos estrella el bonito del norte. ¿Por qué tanta fama? A continuación te contamos todos sus secretos.

La importancia del bonito del norte en Burela

Burela destaca por ser un pueblo pesquero situado en el norte de Galicia, en plena Mariña Lucense. En su puerto pesquero entran alrededor de 1600 toneladas de bonito del norte, siendo por ello el puerto bonitero más importante de la costa gallega así como uno de los más importantes del mundo. 

Con la importancia de este pescado, la flota bonitera está muy preparada para realizar su pesca siempre mediante una práctica de arte tradicional. Este, como puedes suponer, se basa en el uso del anzuelo. ¿Por qué? Porque con esta práctica se evita que el animal sufra y así se garantiza que mantenga su calidad y frescura. 

Este pez vive en zonas cálidas durante el invierno, por lo que en verano se acerca hasta el Golfo de Vizcaya, buscando así las aguas más frías. Por ello, cuando observamos al animal, podemos comprobar que posee una capa de grasa que le ayuda a preservar su carne, haciendo que esta sea mucho más sabrosa y, por tanto, sea un material de gran calidad.

Como puedes imaginar, debido al momento en el que el animal se mueve, la campaña costera del bonito es realizada durante los meses de verano; es decir, julio, agosto y septiembre hasta cubrir así la cuota anual permitida. Aquí debemos destacar que este producto se destina, principalmente, a la conserva de gran calidad con una fama que se ha extendido a lo largo del mundo.

Se despieza el bonito, se cuece y, con el mayor cuidado, se envasa tras haberse retirado la piel y las espinas. Este suele conservarse en aceite de oliva virgen dentro de tarros de cristal que se cierran herméticamente. Claro que aquí destaca el hecho de que, para disfrutar de la mayor calidad, se suele disfrutar de la conserva del año anterior o incluso dos años antes.

Sin embargo, poco a poco el producto fresco ha tomado un gran protagonismo. Las recetas clásicas mantienen su destacado protagonismo, a pesar de que poco a poco se han probado nuevas técnicas. Por ello, os recomendamos visitar la Feria del Bonito de Burela, la cual se ha declarado como Fiesta de interés turístico Nacional y donde podemos disfrutar de la calidad de este producto.

Luchando por la calidad del producto: la guerra del bonito

Sin embargo, debes saber que para poder preservar esta calidad del bonito del norte, en su día las flotas boniteras españolas tuvieron que luchar por sus derechos. Mientras que en el puerto de Burela siempre se ha mantenido la cultura de la pesca tradicional, las flotas francesas e inglesas realizaban esta pesca mediante las redes de deriva. Estas son unas enormes redes que quedaban flotando a la deriva en el mar, capturando a los peces que intentaban cruzarlas y, como puedes suponer, resultaba una práctica muy agresiva.

Debido al gran impacto, los pescadores españoles protestaron por el uso ilegal de estas redes así como el gran impacto en la zona. Tras años de indiferencia, en la década de los 90 los pesqueros gallegos, asturianos y vascos, quienes formaban la flota pesquera española, optaron por buscar una solución. Por ello, con una tensión que fue en aumento, en julio de 1994, varios pesqueros españoles decidieron abordar al pesquero francés La Gabrielle, el cual quedó a la deriva tras ser abandonado por la tripulación francesa.

Debido a este encuentro, las autoridades francesas reclamaron el navío e incluso amenazaron a la flota española. Este acto no tuvo mucho éxito ya que toda la flota bonitera acudió, con 350 barcos que rodearon al buque francés, impidiendo el acceso a las autoridades del país. Sin negociación posible, el buque fue llevado al puerto de Burela para, de este modo, poder demostrar que llevaban aparejos ilegales. Con esta guerra, la cual fue conocida como “La Guerra del Bonito”, se logró que finalmente se tomasen medidas, acabando así con una de las prácticas que resultaban más dañinas.

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